Varias pruebas antes de llegar al gran tesoro
Entonces, desde aquel día, Ella aprendió a confiar un poco menos y a cuidarse más.
Tras muchos desamores, había dejado de intentarlo, de probar. Quería estar sola para aprender qué era no buscar a nadie y simplemente disfrutar del dar y recibir amor a uno mismo.
Pero, como la vida nunca nos da exactamente lo que queremos, cómo y cuándo lo deseamos, apareció alguien.
Un chico que, tanto física como psíquicamente, era muy distinto a Ella.
Se comenzaron a conocer y, en el proceso, aprendieron muchas cosas.
"Está cerrado, muy cerrado. Tiene un escudo de protección gigante que no lo deja sacar todo su potencial. No va a poder por ahora. Él es muy fuerte y tú también, y por eso están tan a la defensiva; si se juntan desde las potencialidades, sería una explosión que ninguno está preparado para enfrentar. Aunque vos sí quieras e intentes sacarte tu caparazón hasta lograrlo, él no podrá aún; está sellado", le decía una vocecita en la cabeza de Ella.
Niño temeroso, inseguro, influenciable, defensivo.
Pero también se mostraba alegre, seguro, tímido, divertido, simpático, interesado y bien plantado.
Claro.
Todo eso era él.
Desde la ventana, mirando hacia afuera, en aquellos días soleados y calurosos de diciembre, Ella contemplaba la imagen de aquel ser. Y desde ahí comprendió que la edad no vale nada, que las apariencias tampoco, que la máscara que mostramos al mundo es creíble y, al mismo tiempo, falsa.
Y que, por eso, uno debe cuidarse.
Como ya tenía experiencia en aprender durante meses —incluso años— desde el sufrimiento, Ella, a los pocos días de estar en contacto con él, entendió que lo más importante en este mundo es:
- Seguir lo que uno desea, sin importar lo que quiera el otro.
- Buscar la felicidad dentro de uno mismo para alcanzar la estabilidad.
- No depositar en el resto nuestras mochilas.
- No esperar nada de nadie, porque eso duele y desilusiona.
- Confiar en la intuición y en los latidos del corazón.
- Decir las cosas de frente, sin dudarlo.
- Poner y recibir límites desde el amor.
- Dejar de buscar respuestas por simple afán de hallar alguna, aunque no sea la certera.
Finalmente, Ella comprendió que cuando el amor es mágico, cuando es de verdad, no hay trabas ni ataduras, las cosas fluyen y no hay inconvenientes.
Así, aprendió que no podía lidiar ni cargar con los aprendizajes de los otros, y que, a la hora de elegir una pareja, debía buscar a alguien que se animara, que se respetara, que se quisiera y se conociera.
Solo así habría espacio para amar y para ser amada.
— Relatos de Ella, Luna.
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