Marzo 3, 2020 El trabajo.
Nunca quise prestarle atención a la psicología laboral, al impacto del trabajo en la vida de uno, a los artículos sobre el tema.
Siempre creí que nunca iba a caer en ese grupo de “gente común” que se deja llevar por su trabajo, a los que el trabajo les afecta su vida personal.
Yo no era una de esas.
Yo era más fuerte.
Yo creía en mí.
Y sigo creyendo.
Pero yo era más fuerte.
Ahora me enfrento a la realidad: caí en ese grupo.
Soy una de esas personas.
El trabajo me consumió.
Me estresa.
Me da nervios en la panza.
Me irrita.
Me preocupa.
Me trae ansiedad.
Me enoja.
Me angustia cada vez que lo recuerdo.
Trabajo de 9 a 6, pero cada vez que lo pienso, me estresa.
Es una señal.
La vida te manda señales.
Tenemos que escucharlas.
Cuanto más las ignore, más grande se hace esa bola.
Más oscura se vuelve.
Debe tener algo que ver con enfrentar los miedos.
Con dejar lo que ya no sirve.
Con tocar fondo y emerger más fuerte.
Sí:
Enfrentar.
Dejar.
Emerger.
Así.
En ese orden.
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