Tú y el otro

Nadie vino aquí para cumplir tus expectativas. Nadie será exactamente como quieres que sea. Nadie va a cambiar por ti, sino por sí mismo; no puedes cambiar a nadie, solo acompañarlo en su trayecto y nada más… si, y solo si, esa persona está dispuesta.

Acepta al otro tal como es, y si no puedes hacerlo, no intentes cambiarlo. Déjalo libre, porque solo así ambos serán más felices.

No te aferres a alguien que no te gusta por completo solo por miedo a la soledad. Eso daña a ambos. Mantener una relación en la que no hay aceptación plena solo lleva a la infelicidad y, tarde o temprano, al dolor. Así es como las relaciones terminan de la peor manera. Nadie merece eso. Protégete y protege al otro. Eso es amor.

Por más que quieras profundamente a alguien, si no logras aceptarlo en su totalidad, déjalo ir. En ese acto, demuestras tu gran amor.

No retengas a nadie por tus propias necesidades. No seas egoísta con el otro, pero tampoco lo seas contigo mismo. No lo hagas por orgullo ni para alimentar tu ego.

Recuerda que el daño que le haces al otro, te lo haces a ti mismo.

Sánate primero. Acéptate tal como eres y, entonces, comprenderás al otro sin prejuicios, sin razón, con amor y bondad.

Eso se llama respeto, y empieza en casa.
Eso se llama amor, y nace de adentro hacia afuera.
Eso se llama aceptación, y comienza por uno mismo.


- Discurso del Pastor Lucas. Culto del 18 de septiembre de 1953, Buenos Aires, Argentina. 

Comentarios

Entradas populares