Mujeres, hombres. Amor, atracción, sexo. Esencia
Quiero empezar por lo último. ¿De qué depende el deseo de estar sexualmente con alguien?
¿Una persona tímida se anima siquiera a pensar en un encuentro casual? ¿O, por el contrario, eso sería lo único que querría? Pensándome como ejemplo, me inclino por la primera opción, aunque no sé si la mayoría optaría por la segunda (o al menos, eso parecería). Sin embargo, no lo comprendo del todo.
Atreverse a desnudarse ante un desconocido es entregarse sin protección alguna.
¿De dónde nace ese coraje? ¿O será, en realidad, lo opuesto: una muestra de inseguridad? Quizá ni siquiera tenga relación...
Probablemente para los hombres sea más fácil, si consideramos que pueden excitarse simplemente viendo algo que les atrae. Pero, ¿y la mujer?
¿Quererse implica no estar con alguien si no hay magia?
¿Estar con alguien sin magia es no quererse?
O, tal vez, ¿es en ese momento sin amor donde se encuentra la magia?
La respuesta, si existe, debe estar en la esencia misma de la realidad. Pero si pienso en las palabras de Kant, la esencia es inalcanzable.
Y así con todo. ¿Realmente se pueden encontrar respuestas definitivas a temas tan humanos como el amor, la muerte, el sexo, el cuerpo, la belleza, la política, las sociedades, las culturas...?
Si buscamos la episteme (esencia), nunca llegaremos a una única verdad. Y si lo primero es imposible, lo segundo también. De ahí que existan tantas opiniones, ideales, sueños, expectativas, deseos, metas y creencias diferentes.
Cada vez entiendo más.
O tal vez no.
Lo que sí sé es que es imposible un mundo unánime, porque mientras en Uruguay es de día, en Inglaterra es de noche. Mientras en Argentina nieva, en Uruguay no. Difícilmente encontremos respuestas únicas cuando la misma naturaleza se manifiesta de formas tan distintas en cada rincón del planeta.
Me interesa especialmente el amor y la desesperación en su búsqueda insaciable.
¿Cómo es eso de que "cuando menos lo buscas, aparece"?
¿Es posible detener una búsqueda interminable, más aún cuando se convierte en hábito, en necesidad, en parte de uno mismo?
Creo que cuando logramos encontrarnos desde un lugar profundo y desconocido, comenzamos a dar espacio a nuevos elementos. Nos liberamos de la contradicción entre buscar la libertad a través del otro y, al mismo tiempo, perderla en el intento.
Como dice una de las Cuatro Leyes Indias:
"Todo lo que sucede es lo único que podría haber sucedido".
No busqué aún respuestas a la diferencia entre el sexo y el amor.
Pero sí me pregunto: ¿por qué el sexo sigue siendo un tabú para tantos?
¿Será porque en él la magia se pierde?
¿O será que, en el sexo sin amor, la esencia se disuelve?
Quizás el sexo no contenga el mismo valor de fondo que el amor. O quizás el amor sea lo que da sentido al sexo.
Creo que vamos por buen camino si queremos sumergirnos en estas preguntas.
Shakespeare dijo una vez:
"La mirada es la ventana del alma".
Buscar a alguien detrás de su cortina verde, azul o marrón es un acto de trascendencia.
No por enamoramiento, sino por la conexión entre dos seres que, por un instante, se ven de verdad.
Trascendencia... No sé su definición exacta, pero la uso aquí como ir más allá del cuerpo, del color, del tamaño, de la forma... llegar a la experiencia del ¡Ah!, como explicaba Husserl.
Atravesar todas las normas impuestas por la sociedad para llegar a la auténtica esencia del otro.
Pero así como hay pocos que logran ser auténticos (no por maldad, sino por cómo y dónde crecieron), hay pocos que logran ver más allá de los ojos y tocar el alma.
Deberíamos practicarlo más.
Porque, como siempre digo:
"Con amor y con paciencia..."
Volví a tocar otro tema espeluznante: ser auténtica.
¿Ser auténtica es liberarme de la mochila y escribir por primera vez?
Bien escuché una vez y me encantó:
"Un pájaro no puede volar con una mochila cargada en la espalda".
Entonces, ¿podría haber escrito antes?
Estoy entregando una parte de mí en estas palabras. Estoy descubriéndome.
¿Autenticidad? ¿Mirar y pensar por y para mí?
Es difícil.
La sociedad es compleja y el ser humano, aún más.
Pero ahí está el desafío.
Ahí está la diversión.
Porque, como alguien muy especial me dijo una vez:
"De todo lo malo, siempre se saca algo bueno... solo hay que buscarlo."
Si aprendemos a ver más allá, encontraremos siempre algo bueno, incluso en lo complejo.
Solo hay que estar dispuestos a curiosear, al menos para probar.
Quizás, cuando menos lo esperemos, las respuestas comiencen a aparecer solas.
Hablando de todo un poco, es increíble lo hermosa que se ve la vida cuando estamos bien con nosotros mismos.
Ayer experimenté, realmente, que no necesito de una pareja para ser feliz.
Por primera vez, descubrí lo que es estar feliz estando sola.
Recordando, pero mirando hacia adelante.
Se necesita gente para compartir la felicidad, pero no para ser feliz.
Y en definitiva, el amor es eso: compartir.
Con uno mismo. Con el otro.
- Kate, soltera, 42 años. Estados Unidos.
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