La moda no incomoda
¿Moda? ¿Ropa? ¿Cuerpo? ¿Pelo? ¿Flaca? ¿Gorda? ¿Grande? ¿Pequeña?
Son solo palabras, etiquetas que rondan en la cabeza de muchas mujeres… y también de algunos hombres.
Lamentablemente, estas palabras pueden pesar demasiado.
¿Por qué nos regimos tanto por cómo nos vemos por fuera en vez de enfocarnos en cómo nos sentimos por dentro?
Definitivamente, no es mejor ni más importante estar delgada, arreglada o maquillada si, al mismo tiempo, nos estamos consumiendo por la angustia, la obsesión y la preocupación.
Nuestra sociedad impone estos estándares y, aunque parezca que podemos ignorarlos, nos afectan a todas de una forma u otra. Crecemos rodeadas de estereotipos y expectativas que se infiltran incluso en nuestra manera de pensar.
Es difícil salir de esa burbuja cuando la mayoría está atrapada en ella, cuando lo “normal” es encajar en moldes impuestos. Pero, alejarnos de ese mundo es el primer paso hacia la autenticidad y, con ello, hacia lo más valioso que podemos alcanzar: la felicidad plena.
Autenticidad, otra vez. Pero… ¿qué significa ser auténtico en un mundo donde casi todo está predefinido? Nuestro entorno nos moldea: el lugar donde nacemos, con quiénes crecemos, las creencias y valores que nos transmiten. Sin darnos cuenta, vamos absorbiendo fragmentos de los demás hasta que nos cuesta diferenciar lo propio de lo impuesto.
Entonces, la gran pregunta es: ¿quién soy realmente?
Responderla nos ayudará a evaluar qué tan fieles somos a nosotros mismos.
¿Qué me gusta? ¿Qué no?
¿Dónde me siento cómoda? ¿Dónde no?
¿Qué elijo por mí y qué sigo por inercia?
Es un ejercicio que no siempre resulta fácil, pero es necesario. Porque solo cuando nos atrevemos a mirar hacia adentro, dejamos de vivir por, para y como alguien más.
Y ahí, justo ahí, comienza la verdadera libertad.
- Escrito por una joven inquieta. España, 1912.
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