Crónica de una depresión – VICTORIA ANheladA.

Hay una mochila cargada de historias, de anécdotas, de dolores y tristeza, de algunas alegrías y amores. Una mochila que no es mía, pero que llevo conmigo al hombro, como si acarrearla ayudase a los que quiero. Me perjudico con esta ayuda dependiente, te lastimo si te despojo de tu propia carga.

Mi frasco es solo mío y solo yo podré llenarlo. Tu frasco te pertenece, y nadie más que tú podrá abrirlo.

Entonces llega ese momento en el que perdemos el norte, no encontramos nuestro centro, solo vemos lo gris y pesado que nos invade. No vemos la luz, no vemos nuestra luz. Y esto duele. Duele tanto que nuestra cabeza no para. No deja de moverse, no deja de sonar, no cesa su circularidad. Atomiza, lastima, corta, cansa, desgasta… hasta que explota.

Explosión dentro mío, explosión de mi corazón, de mi ser, de mi cabeza, de mi vida.

Quiero escapar y no volver más. Necesito paz. Necesito salir de mí y no volver a entrar. No encuentro cómo hacerlo y me olvido de lo que me rodea. Dejo de pensar en los otros para así, por primera vez, pensar en mí. Pero ahora no para rescatarme, sino para autodestruirme.

Ayudé a tantos a salvarse que ya olvidé cómo hacerlo conmigo. No sé desde dónde pararme, hacia dónde mirar. Delante mío solo tengo una puerta negra que, si la abro, me dirigirá al paraíso fuera de este mundo, a un cielo donde flotaré sin girar ni marearme.

Me olvido de mirar a los costados. No tengo fuerzas para mover la cabeza y observar que hay otras opciones escritas en carteles gigantes que exclaman mi nombre.

Intento atravesar la puerta. Hay algo en mí que desconocía, algo que me lo impide. Una fuerza mayor. Un ángel que me protege y que me empuja de vuelta a mi cama.

Abro los ojos y me encuentro con ellos. Los que elegí para compartir mi vida. Todos ahí, esperándome. Todos extrañándome.

Estoy perdida. Creí que estaba del otro lado, explorando un mundo nuevo. Y aquí estoy, de nuevo en el mismo lugar, empezando otra vez… 

Comentarios

Entradas populares