4 de septiembre - Antonia Luna
Cuando cambiamos, algo cambia. Cuando nos movemos, todo se mueve. Así fue como decidí cambiar. Ponerle un fin a esta historia.
No había más vueltas que darle. No había más juego que seguir. Era hora de parar el cronómetro y dejar la fantasía de lado. Solo iba a existir el presente entre nosotros, esos segundos en los que nos miráramos a los ojos; durante los otros días, no habría nada más.
La historia se cerraba; el ciclo se cumplía. Todo comenzó un día a partir de un sueño, y todo terminó un día a partir de un sueño. Y esta es mi despedida. Te digo adiós y gracias.
Esquivé mirarme al espejo y enfrentarme con mis mayores miedos. Preferí quedarme en fantasías y suposiciones antes que vivir el vacío del presente. Opté por pensar en vos y evitar pensar en nada, en mí. Esquivé mis problemas de fondo al distraerme con agrandar tu figura.
Hoy ya le digo adiós a todo eso. Hoy miro aquello como un sentimiento hermoso que me ayudó a enfrentarme al amor, a decirle “hola, te quiero en mi vida” en la cara. Pero también me ayudó a no encararlo, a dejar que solo quedara en mi mente.
Es momento de cerrar un ciclo para empezar otro. Es momento de quitarle peso a tu imagen y depositar energía en lo que realmente importa.
Desde que te conocí, aprendí lo que no había aprendido en 23 años. Crecí. Te amé por lo que sos. Te amé sin los prejuicios de mi sociedad. Te acepté sin condiciones. Crecí. Transité de niña a mujer.
No más máscaras. No más personajes. No más ilusiones. No más “debés”.
Suenan las campanas de la autenticidad, la honestidad, el desapego, la paciencia, la aceptación, la tolerancia, el interés… Suenan las campanas de soltar.
Será necesario dejar la regla milimetrada (de la mente, del amor y de la esperanza) y usar la liviandad para medir lo que sucede.
Late mi corazón fuerte al pedirme que no espere más. Esperar es posponer lo importante. Esperar es vivir la felicidad en cuotas.
Esperar es dejar el presente.
Sentarme a esperar es dejar de luchar por el amor.
Entonces, ya se acabó este ciclo. Me paro frente a mi miedo y le digo que no tengo problema en encararlo. Tengo el coraje suficiente para sacarte de mi cabeza, de mis fantasías, de mis presentes y, así, ocuparme de lo que realmente debo… de lo que verdaderamente me estruja las vísceras por miedo.
Acepto que no podés darme nada, y esa nada dice mucho. Ese desinterés, ese olvido, ese no me importás, ese sos una más, me muestra todo. No necesito más para cerrar y decirte que hasta acá llegué.
Todo el amor que te di a distancia en este tiempo da como fruto al hijo que se formó en mi vientre. Hijo que está buscando locamente, con fuerza y amor, a su padre. Un padre que se está preparando para encontrarse con la mamá y amarla hasta el infinito de los tiempos. Por tanto, no fueron nueve meses ‘desperdiciados’. Ayudé a crecer (dentro de mí) al bebé llamado Amor, Coraje, Paz Interior, Centralidad, Paciencia, Aceptación, Belleza Interna, Visualización, Pureza, Transparencia. Ahora es momento de dar a luz.
El amor nunca es en vano.
Acepto la situación. Acepto que no quiero aprender lo que tenés para darme aquí y ahora. Acepto que no debo arrastrarte a que aprendas lo que yo quiero. Y con esto, entiendo. Algo entiendo. Entiendo que esto, así, se terminó.
Sí, el amor está. Lo dicta el corazón. Pero la proyección futura se elimina. ¿Qué pasará después? Será una incógnita que, quién sabe, tal vez nunca se responderá.
Atrás quedan los terceros. Atrás queda la opinión de los demás. Atrás dejo todo lo que esté relacionado contigo. Atrás lo dejo. Atrás te dejo.
Adelante dejo mis aprendizajes.
No más engaños. No más mentiras. No más falsedades ni máscaras. ¡No más dolor!
Soy un ser humano y tengo limitaciones. Acepto mis limitaciones y te digo que no puedo dar más de lo que soy. No podré dar(te) lo que no tengo. No quiero que me des lo que no tenés.
Tengo una niña adentro y una mujer hermosa también. Soy una niña mimada, soy una vieja ordenada. Soy una pequeña sensible y jodona. Soy una señora rezongona. Soy una adolescente dulce, cariñosa, romántica y soñadora. Soy una adulta inteligente, creativa, artística, trabajadora y comunicadora. Tengo mis miedos, mis inseguridades y muchas fortalezas.
No sé fingir cuando algo me duele, cuando algo no me gusta o me asusta. Tampoco logro disimular si algo me encanta ni cuando amo. Me cuesta mentir. Me da miedo que me lastimen y, por eso, desconfío.
Todo esto traigo y solo esto tengo para dar. Ni más, ni menos.
Decido tener una relación verdadera, completa, de amor, sin engaños. No elijo más esta falsedad. No elijo más estas heridas provenientes del ego. No elijo más al ego. No elijo más las apariencias ni las mentiras.
No te/me elijo más así.
Elijo la verdad.
Te querré por siempre, pero ahora digo: punto y aparte.
Nuevo título. Nueva historia. Nuevo ciclo.
Con infinito amor,
Adiós.
Comentarios
Publicar un comentario